Hoy te quiero hablar de 8 Million Steps, un proyecto que conocí hace poco de primera mano pues tuve la ocasión de compartir una comida slow y rica, rica con su creador y protagonista, Juraj Horniak.
Como te comentaba, el nombre de la aventura en cuestión es 8 Million Steps y consiste en que Juraj está recorriendo a pié el Mediterráneo, desde Algeciras hasta Estambul, empapándose de los colores, olores y sabores de la cultura mediterránea (o de lo que queda de ella).
En estos momentos calculo que Juraj debe andar (nunca mejor dicho) por la provincia de Girona, pues nos vimos hace exactamente 2 semanas en su paso por Peñíscola, y camina a un ritmo de 25 km día. Hoy he leído que ya ha recorrido el primer millón de pasos!
Y ahora podría explicarte la vida superinteresante de Juraj, que la tiene, y lo inspirador que resulta hablar con personas así, con esa mente tan abierta …
Sin embargo he decidido que voy a hablar de uno de los temas principales de nuestra conversación y que a la vez conozco muy de cerca de mi época de ingeniera y como habitante rural: hemos europeizado tanto nuestra normativa agroalimentaria que estamos perdiendo nuestra identidad, nuestro sabor, y la posibilidad de mantener las zonas rurales vivas.
Sí, resulta que la administración pone tantas trabas a los pequeños artesanos y productores locales que muchos se dan por vencidos. Esto es una constante en todo el medio rural español, o lo haces ilegal o por amor al arte, porque habitualmente resulta realmente complicado vivir de ello.
Yo no digo que no haya que cumplir unas normas sanitarias, está claro que sí, pero en países como Francia o Inglaterra (aparentemente mucho más europeos) puedes comprar queso, carne, leche y un largo etc directamente de los productores, y de forma legal, en sus masías.
Aquí eso es impensable y la consecuencia es evidente, los medios de vida propios de las zonas rurales desaparecen. Qué sinsentido!
Juraj me estuvo contando que en su paso por Málaga le dijeron que los espetos de sardinas ya no se pueden hacer con cañas, ahora hay que hacerlos con varillas de acero. Aquí la reflexión de Juraj: “me pregunto cuántas personas habrán muerto por intoxicación de caña …”
Pues eso, que este es el camino que estamos siguiendo, el de la comida producida en megafábricas, superlimpias y antibacterianas y también sin sabor, ni olor, ni tradición, ni personas que aman su trabajo detrás. La comida entendida como un proceso industrial.
Por eso es necesario reivindicar y proteger una alimentación sana y libre, y proyectos como 8 Million Steps, organizaciones como Slow Food y personas como muchos grandes cocineros de este país están poniendo su granito de arena para que así sea.
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