Anda que no hemos escuchado veces esta frase! Yo la verdad es que siempre he sido mañanera, las primeras horas del día son las mejores para mí, las más inspiradoras.
En la clásica conversación de si eres nocturno o diurno (sí, seguro que tú también la has tenido, este es un tema clásico que da mucho de sí) yo siempre he sido defensora del sector alondra frente a los búhos.
Y cada vez tengo más claro que madrugar ayuda a empezar bien el día. La naturaleza es sabia y si el propósito de las personas fuera vivir su máximo por la noche habríamos desarrollado ciertas capacidades como la visión nocturna ¿no os parece? Vamos, que a mí los argumentos de los búhos no consiguen convencerme.
Cuando leo libros de personas que admiro siempre me encuentro con un denominador común, todos tienen el hábito de levantarse temprano, muy temprano.
Yo lo estoy incorporando poco a poco, más desde que soy yo quien fija mis horarios. Cuando empecé a pasear por las mañanas con Ringo aún no era mi jefa y dependía de horarios de oficina. Durante el invierno salíamos a pasear de noche (esto no me entusiasma pero no había otra) y ahí empecé a disfrutar enormemente de ver el amanecer mientras paseaba. Aquí empezó a gestarse mi vida slow.
Esto es algo que sigo haciendo cada día y que me llena mucho, la luz de esas horas tiene algo muy especial, y esta es mi motivación aquellos días en que me resisto a despegarme de las sábanas.
Este es el tipo de regalo que me encuentro al madrugar …
Ahora lo habitual es despertarme sobre las 6 de la mañana (sin despertador), y no veas cómo me cunde el día. Normalmente a las 9 y poco estoy lista para empezar mi jornada laboral y antes he meditado, escrito, paseado, duchado, vestido y desayunado. Vamos, que mente y cuerpo están al 100%. Así que sí, lo confirmo, a mi madrugar me ayuda.
Y a vosotros ¿os ayuda madrugar?
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