La decisión de que Slowers sea una marca vegana (no usamos productos animales), orgánica (los tejidos son ecológicos) y que fabriquemos en España es una decisión ética. No es lo cómodo, ni lo más sencillo, ni una estrategia de márketing, sencillamente es lo que me permite sentirme bien conmigo misma, lo que concuerda con mis valores.
Y de lo que quiero hablar hoy es de que en último término esta decisión se basa en cadenas de confianza, cadenas de confianza que formamos todas las personas que consideramos que nuestro consumo cuenta, que queremos cuidar nuestro planeta, y que intentamos poner nuestro granito de arena (por pequeño que sea) para vivir en un mundo más bonito.
Cuando hablo de cadenas de confianza me refiero a que hay tiendas y personas que confían en Slowers, confían en que nuestros valores respaldan nuestro producto y confían en que haremos todo lo que esté en nuestras manos para que así sea. Es decir, que si decimos que nuestro algodón es orgánico es por que sabemos que lo es.
A la vez yo debo confiar en mis proveedores, en que ellos también están comprometidos y en que se encargarán de revisar que todos los eslabones de producción cumplen con el estándar ético que queremos en Slowers (y para eso evidentemente debo hacer una buena búsqueda y elegir a los que me inspiran esa confianza).
Y finalmente están los organismo que se encargan de certificar que esto es así, y también considero responsabilidad mía seleccionar el sello que me proporciona más garantías y confiar en que harán su trabajo de la mejor manera, ya que yo no voy a ir a la India cada temporada a comprobar cómo se cultiva el algodón.
¿Y a dónde quiero llegar con todo esto?
Pues a que en la vida puedes optar por estas cadenas de confianza y trabajar para que cada vez sean más fuertes. O puedes optar por el escepticismo y pensar que como no estoy en la India no puedo saber cómo se está cultivando ese algodón, y por lo tanto considerar que es una tontería eso del algodón orgánico.
Puedes elegir pensar que tus pequeños actos son importantes y que lo que haces cuenta. O puedes elegir poner la excusa de que como mucha gente no va a hacer nada no vale la pena que tú lo hagas.
En definitiva, puedes optar por ser responsable de tu vida, de tus acciones y del efecto que ejerces sobre el planeta. O puedes optar por vivir desempoderado y víctima de las circunstancias externas.
Al fin y al cabo es tu decisión.
Y sí, yo se que por 1000 pares de zapatos orgánicos que puedo vender yo se fabrican millones que no son orgánicos ni éticos, claro que lo se. Pero también se que estos 1000 pares están en mi círculo de influencia, que yo ahí sí puedo hacer, sí puedo decidir. Y para mí eso es importante, es una de esas pequeñas cosas que da sentido a mi existencia (igual resultará que al final se trata de puro egoísmo …)