Estamos a punto de acabar el año y en estas fechas toca hacer balance, sí, de las cosas que han pasado, de todo lo vivido y también de todo lo que queremos cambiar. Y me he dado cuenta de que muchas veces (muchas) me gustaría que las cosas fueran más rápidas (y eso lo digo yo que decidí llamar a mi empresa Slowers … en fin), me gustaría tener ya resultados más palpables, un poquito menos de incertidumbre.
Pero también he visto que me gusta la dirección en la que estoy caminando, que sí, que quizás no siempre veo los resultados que esperaba, que quizás a veces me decepciono, pero estoy contenta con las decisiones tomadas porque de alguna forma siento que estoy contribuyendo a crear el mundo que sueño.
Yo sueño con un planeta de gente consciente, responsable de su vida y feliz, un mundo en el que las personas cuidan de ellas, de los demás y de la tierra, un mundo sin conflicto, con paz, con armonía.
Y muchos me dirán que eso no es realista, pero yo tengo total convencimiento de que un día en este planeta la vida será así, no tengo ninguna duda. Es más, muchas veces me digo que de aquí muchos años cuando repasen la historia nos verán como bárbaros, igual que nosotros vemos otras etapas del pasado.
Sí, nos verán como bárbaros por no darnos cuanta de que con nuestro consumismo sin freno estamos acabando con lo que nos da la vida, por atacar a otras personas sin darnos cuenta de que cada una de esas palabras y gestos vuelven a nosotros, por permitir que medio planeta pase hambre cuando al otro medio le sobra comida, por poner puertas a los países, por vivir totalmente desconectados de la tierra y el espíritu… Sí, en unos años, esto que hemos asumido como “normal” será considerado de locos.
Así que mientras estamos aquí podemos cerrar los ojos y mirar a otra parte diciéndonos que nosotros solos no podemos cambiar nada, o podemos poner nuestro granito de arena con las pequeñas cosas del día a día.
Quizás podemos dejar de echar culpas fuera, de quejarnos, y pasar a la acción en algo concreto, quizás podemos decidir ser amables cada día y regalar una sonrisa a las personas con las que nos cruzamos, o quizás … no se … hay tanto, ¿verdad? que lo ridículo parece quedarse lamentando lo mal que va el mundo y no hacer nada para mejorarlo.
Yo se que no puedo cambiar todo, y que no es cosa de dos días, no soy tan idealista, pero sí se que puedo actuar en mi zona de influencia, que ahí tengo yo el poder y el control. Esto no consiste en exigir a nadie que haga o en criticar a los que no hacen, nada de eso, esto consiste en caminar con paso slow y seguro mostrando la huella que hemos elegido dejar en este mundo.
Y después de esta reflexión, Ringo yo yo queremos desearte unas felices fiestas y un comienzo de año lleno de ilusión y cosas bonitas.