Sí, lo confieso, yo también tengo un pasado viviendo en una ciudad y trabajando de 8 a 8 en una oficina sin luz ni ventilación natural. El día que me fui, tal cual salía por la puerta, me dije a lo Scarlett O’Hara: “A dios pongo por testigo que nunca jamás volveré a trabajar en una oficina como esta”. Sin embargo, y como me gusta sacar la parte positiva, debo decir que me llevé una gran capacidad de trabajo, dos buenas amigas y la certeza de que eso no era para mí, que no es moco de pavo!
Sin duda mi siguiente trabajo, también como Ingeniera de Montes, mejoró con creces lo anterior, para empezar pasé de una gran ciudad a otra más pequeña. Y de una oficina “enferma” a otra muy amplia y con ventanales enormes. Fue en este segundo trabajo donde tuve la gran revelación: yo nunca sería capaz de implicarme al 100% en una empresa que no fuera mía, así de simple y así de claro. Con esta certeza dentro de mí continué feliz con mi trabajo, y sin prisa pero sin pausa empecé a preguntarme qué era aquello en lo que yo podría dar lo mejor de mí misma, y empecé a valorar proyectos, unos en compañía de mi pareja y otros sola.
En este intervalo y ya viviendo en Morella, empecé a descubrir un universo online inexistente para mí hasta la fecha, y que me hizo abrir los ojos. En esa época me convertí en vampira y chupé la sangre de un montón de gente del mundo craft, moda ética, empresas sostenibles, pequeñas empresas de moda (se que algunas me leéis y desde aquí os doy las gracias por toda la energía que me distéis en esos momentos).
Y así llegó el día en que Slowers empezó a perfilarse con claridad, el día en que me encontré con un pié fuera de mi zona de confort y con la seguridad de no querer volver atrás, y el día en que Slowers pasó de ser un sueño para empezar a convertirse en una realidad.
Y vosotros Slowers, algún pasado por confesar?
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