Ayer fue uno de esos días que cuando te levantas y miras por la ventana volverías a la cama a toda velocidad, había una niebla baja y densa que no dejaba ver más allá de dos metros. Pero ya sabéis que yo tengo un compromiso con Ringo, mi pequeño Schnauzer, y llueva, nieve, haga viento o cualquier otro tipo de inclemencia meteorológica nosotros salimos a dar un paseo matutino.
Así que decidí probar suerte y acercarme a un camino que queda en alto, a ver si así nos podíamos librar de la niebla. Y en efecto, en cuanto llegamos a nuestro punto de salida, éstas eran las vistas que nos estaban esperando, no están mal, ¿verdad?
Y esto me dio por pensar en la famosa frase de William Shakespeare “Nada es verdad ni es mentira, todo depende del cristal con que se mira”, porque sí, hay hechos que son irrefutables, en este caso había una niebla muy espesa, pero no es lo mismo mirarla desde dentro que desde las alturas, ese simple cambio de perspectiva hace que todo sea diferente.
Y pienso que esto se puede trasladar a cada uno de los acontecimientos que nos suceden en nuestro día a día, siempre hay diferentes formas de ver las cosas, distintas maneras de observar una situación, y depende de nosotros elegir la que nos resulta más beneficiosa. Por algún motivo, solemos tender a quedarnos con una sola opción, nos negamos a ver más allá, a mirar desde otro punto de vista y nos anclamos a pensamientos que no nos favorecen demasiado.
Qué pocas veces nos atrevemos a admitir que al final todo depende de nosotros, del cristal con el que decidimos mirar, porque los hechos están ahí, pero la perspectiva desde la que los afrontamos y la importancia que les damos, eso es únicamente cosa nuestra. Así que donde esté el pensamiento positivo, que se quite lo demás, he dicho!
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