El último día hablábamos de naturaleza y hoy sigo un poco con la mismo, con reflexiones que hago durante mis paseos matutinos. Llevamos unos cuantos días paseando con un viento bastante fuerte, y de ahí el post de hoy.
Debo decir que el viento no es mi fenómeno meteorológico favorito, especialmente para ir a caminar por las mañanas, pero incluso en estos días ventosos se pueden observar cosas bellas.
Aquí los efectos del viento …
Una que a mi me tiene alucinada últimamente es ver a los pájaros dejándose llevar por el viento. En esta zona hay muchos buitres y es frecuente verlos, pero los días de viento vuelan más bajo y es un espectáculo observar como se dejan llevar con sus alas desplegadas, dando círculos sobre nosotros. Slow, slow…
A Ringo no le gustan tanto, y cuando ve que se acercan demasiado no se separa de mí, me temo que se ve como posible presa y no deja de levantar la cabeza para tenerlos controlados.
Y mientras, yo no puedo evitar ponerme en su lugar (en el de los buitres) y pensar en el tremendo placer que debe ser volar libremente, dejarse llevar, confiar totalmente en sus alas y permitir que el viento los lleve.
Suena bonito y me encanta pensar que los humanos tenemos también esa capacidad de volar (en sentido metafórico), de hacer realidad la vida que deseamos, sin ataduras, sin condicionamientos, sin pasado ni futuro, simplemente confiando igual que los pájaros confían en el aire que sostiene su vuelo.
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