A principios de mes leí este post de Oye Deb sobre la parte “menos buena” de tener tu propio negocio (el lado oscuro del autoempleo). Entre las cosas que se nombraban aparecía que dejas de arreglarte, que se te olvida comer, que dejas de tener vida social, que alternas constantemente la risa y el llanto, …
Me llamó mucho la atención por dos razones, en primer lugar por lo poco identificada que me sentía (¿será que no soy una verdadera emprendedora?) y en segundo por la gran cantidad de comentarios corroborando su experiencia.
Y que conste que me encanta el trabajo de Deb, fui gran seguidora de su blog Dumbo y admiro lo que hace, simplemente no coincido con estas reflexiones…
Tras leer post y comentarios me quedó claro que debo ser la excepción a la regla porque no cumplía casi ninguno de los puntos (qué bien!!! ¿Será que estoy empezando a caminar a mi propio ritmo???). Así que empecé a pensar cuál es para mí la cara menos amable de ser emprendedora en solitario.
Porque es cierto que habitualmente todos nos centramos en explicar la cara más bonita: perseguir un sueño, desarrollar tus talentos, vivir de lo que te apasiona, gestionar tu propio tiempo, … (y seguiría … en cuanto me despisto vuelvo a lo mismo!).
Y sin embargo, hay otra parte que yo definiría como “incómoda” y que en mi caso se sintetiza en el hecho de vivir de forma continua fuera de mi zona de confort. Por algún motivo los humanos tendemos a buscar la seguridad, somos comodones y nos gusta tener siempre todo bajo control.
Lo cómodo es hacer lo que has hecho siempre, no tomar decisiones, culpar a alguien o algo cuando las cosas no salen como te gustaría, en definitiva, no salirnos de lo que nos resulta conocido. ¿Os suena el clásico “virgencita que me quede como estoy”?
Y esto, queridos slowers, cuando pones en marcha tu propio negocio no existe. Sin duda para mí el gran reto está en aprender a vivir desde la incertidumbre, en saber gestionar mis miedos, en ser paciente y no rendirme, en mantener el mismo entusiasmo del primer día todos los días…
Vamos, que al lado de esto, lo de arreglarme, comer bien o encontrar tiempo para dedicar a los míos es una simple minucia organizativa de fácil solución. O al menos así lo vivo yo ¿será la vida slow? Siiiiii
Y en honor a esta vida slow que tanto me da (qué bonito!) esta foto de un caracol.
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