Últimamente estoy yo con el tema de la actitud arriba y abajo. Ya os hablaba en este post de Richard Branson y su hagámoslo, y en este otro de actitud positiva ante la vida.
¿Sabéis? Dicen que el éxito (entendiendo por éxito el logro de las metas que uno se propone, sean cuales sean) está compuesto por un 20% de aptitud (aquí entraría lo que comúnmente entendemos por inteligencia y destrezas varias) y un 80% de actitud.
Y yo en cuestión de actitud uno de los ejemplos que tengo más cerca es el pequeño Ringo, que no para de enseñarme cosas. Sin ir más lejos, hoy voy a hablaros de motivación y perseverancia, dos cualidades que considero indispensables para conseguir cualquier cosa que desees en la vida.
La imagen la he encontrado en Pinterest. ¿Cuál es el punto de vivir si al menos no intentamos hacer algo notable?
Ya sabéis que cada mañana salimos a dar uno de nuestros paseos slow, y para acercarnos al monte vamos en coche. Así que cada mañana salimos de casa, bajamos la escalera y entramos en el aparcamiento. Pues bien, por algún motivo que desconozco a Ringo nunca le ha gustado demasiado bajar el último tramo de escaleras y siempre se ha hecho el remolón. Siempre, hasta hace un mes aproximadamente, cuando encontró su motivación.
Resulta que una mañana encontramos un gato que se había colado por una ventana y que nos estaba esperando encima del coche. Fue un momento de emoción máxima para él y a partir de ese día baja las escaleras acelerado por si vuelve a encontrar al gato. Todos los días con la misma ilusión entra en el parking a toda velocidad para ver si le sorprende.
La cuestión es que por el momento no nos ha vuelto a visitar, pero eso no quita que cada día Ringo entre al aparcamiento 100% motivado, sin atisbo de duda ni decepción cuando descubre que el gato no está.
Y la cuestión es que a mí esa actitud perseverante me encanta y la comparo con la que es posible encontrar en algunos humanos, aquellos que han encontrado ese propósito vital que les empuja a empezar cada día como si fuera el último de su vida, y que no se amilanan aunque las cosas no salgan a la primera (ni a la segunda).
Es esa leyenda personal de la que nos habla Claudio Coello en El alquimista, o la misión personal que nos muestra Sergio Fernández en su libro El sorprendedor (muy recomendable si no lo habéis leído). Esa pasión que te empuja a levantarte cada mañana con ilusión sabiendo que estás siguiendo tu camino, el que viniste a recorrer en esta vida. Esa pasión que tiene que ver únicamente contigo y con tu aportación a este mundo.
Yo estoy convencida de que esa motivación, esa visión, esa pasión es lo que hace que los hombres logren grandes cosas, lo que permite alcanzar grandes cambios a la humanidad. Mandela, Einstein o Vicente Ferrer todos ellos grandes personas de diferentes ámbitos con una gran visión que lograron dejar huella.
Estoy segura de que uno de estos días el gato volverá a entrar y Ringo verá recompensada su motivación, su ilusión y su perseverancia. No puede ser de otra manera.
Y por ahí slowers, ¿cómo andamos de motivación?
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