Sí, aprovecho este post para desearte una feliz Navidad, y ya que estamos, que sea lo más slow posible.
Deseo que puedas disfrutar, reír y bailar como si fuera el último día de tu vida.
Deseo que puedas compartir, de verdad, dándolo todo sin esperar nada a cambio.
Deseo que puedas saborear estos últimos días del año, y vivirlos con total entrega, entendiendo que son un regalo.
Deseo que vivas.
Porque muchas veces se nos olvida hacerlo, ¿no crees? Bueno, decimos que estamos viviendo, pero no es cierto, nos dedicamos a sobrevivir, a deambular por la vida como si fuera una gymkana donde una vez superada una prueba aparece la siguiente.
Una carrera de obstáculos que vamos encontrando donde unas veces consideramos que los hemos pasado con nota, hemos tenido suerte!, y entonces estamos contentos, otras pensamos que la vida nos está tratando muy mal y entonces nos ponemos tristes.
Y en medio de todo ese ajetreo, se nos olvida que somos un milagro, que tenemos un cuerpo que realiza millones de funciones diferentes cada minuto sin que tengamos que hacer nada.
Se nos olvida que las cosas más asombrosas, las que ni siquiera nuestra mente llega a entender, esas suceden solas, sin que tengamos que hacer nada: nuestro cuerpo, el aire que respiramos, el sol que nos calienta, el funcionamiento preciso de la naturaleza, el Universo …
Y lo que teóricamente es más sencillo, vivir y disfrutar de esos regalos, eso lo complicamos de una forma absurda, llegando al ridículo la mayoría de las veces.
Yo siempre pienso que si hay alguien que nos observa, tipo Show de Truman, debe estar alucinando con nosotros y con nuestra forma de hacer difícil lo más fácil ….
En fin, estas son mis reflexiones para este día de Navidad.
Como te decía antes, en estos días te deseo muchísima felicidad, y un poco de consciencia para vivirlos de verdad.
Nos vemos!
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