Yo sigo con mis reflexiones sobre la vida y las personas. Y es que hoy, mientras paseaba, rodeada de naturaleza y de ese silencio matutino que tanto me inspira, observando a Ringo me he dado cuenta de que algunas veces llego a envidiar a esta pequeña criatura perruna. Y no es que quiera convertirme en perro, pero qué maravilla sería poder incorporar algunas de sus actitudes (esto ya me ha ocurrido en otras ocasiones, aquí echaba de menos la fuerza de sus sentidos).
Hoy me quedaría con la entrega y el entusiasmo. ¿Tenéis perro?¿Alguna vez os habéis parado a observar esa entrega a la hora de ir a recoger una pelota o un palo? Yo me quedo alucinada, a eso se le llama atención, enfoque, entrega … en fin, para él en ese momento no existe nada más que él y el palo. Fantástico.
Y sin embargo, cuánto nos cuesta a las personas tener esa actitud ante la vida, esta cabecita que nos regalaron a veces nos juega malas pasadas y no nos permite disfrutar del momento con ese entusiasmo que nuestros amigos perrunos llevan de serie. ¿Os imagináis vivir de forma constante con esa actitud? Nos comeríamos la vida a bocados, no habría obstáculo que nos parara. Guau! (nunca mejor dicho).
Coincide además que estoy leyendo la autobiografía de Richard Branson, muy interesante para aquellos a los que os guste empaparos de actitud emprendedora y entusiasta. Y con lo que he leído hasta el momento no me queda duda alguna de que este señor es un ejemplo en lo que a actitud se refiere, de ahí el nombre del libro y una de sus frases favoritas: Sí, hagámoslo! Cómo me gusta, yo también quiero más de eso!
¿Y vosotros que decís? ¿Alguien se une al club de los entusiastas slow?
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.