Ya sabéis que me gusta observar la naturaleza, y mientras observo siempre acabo filosofando sobre la vida, sobre lo relativo que es todo, lo pequeños y grandes que somos a la vez, … Para mí estos momentos son uno de los pilares de la vida slow, el dedicar tiempo a ver (y no sólo mirar) la maravilla de mundo en el que vivimos.
Bueno, a lo que iba, que el otro día me dio por observar estas pequeñas plantitas que están invadiendo el asfalto, y lo se, cualquier mente ingenieril me dirá que son unas invasoras, que por culpa de ellas hay que invertir grandes sumas de dinero en el mantenimiento de caminos y carreteras, … pero ¿no son bellas?
A mi me encanta ver como una plantita en apariencia tan pequeña y débil es capaz de atravesar el asfalto de esa forma. Y me da por pensar que en el fondo estamos hechos de lo mismo (me refiero a la plantita y a las personas), quiero decir, que las sustancias que nos componen a ambos son las mismas, que no hay gran diferencia entre una célula suya y una nuestra, y si nos vamos a un nivel más pequeño, atómico o subatómico, entonces ya no digamos. Así que yo me digo, si esta pequeña plantita es capaz de atravesar una capa de asfalto de 10 cm y sacar esas bonitas flores, ¿qué no podremos hacer los humanos?
No olvidemos que a nosotros la naturaleza nos ha dotado con el mayor don de todos: el pensamiento y la conciencia. Y qué triste me resulta ver que muchas veces es la propia capacidad de pensar la que nos impide desplegar todo nuestro potencial, cómo nuestros propios pensamientos nos hacen cada vez más pequeñitos y débiles. Cómo reflexión dejo esta frase que últimamente no me quito de la cabeza.
“Si un roble de 30 metros tuviese la mente de un ser humano, solamente crecería hasta una altura de 3 metros”
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