El otro día, así de casualidad, me encontré con un reportaje de la 2 sobre el cambio social que se está operando en Perú a través de la cocina: Perú sabe. Vale la pena verlo porque te quedas con la sensación de que cambiar es posible, que es una cuestión de voluntad.
En el video se muestra como Ferrán Adriá y su equipo viajan a este país y allí, guiados por el cocinero peruano Gastón Acurio, van viendo cómo la cocina está generando un cambio social. Parece que en Perú los niños ya no quieren ser futbolistas, ¡ahora quieren ser cocineros!
Y lo que más me gustó a mí fueron algunos de los comentarios de Ferrán Adriá, cada vez que escucho hablar a este hombre me quedo asombrada, no precisamente por su forma de hablar (a veces es hasta difícil entenderle) sino por el contenido, porque cada palabra que pronuncia destila pasión por lo que hace.
Hacia el final del reportaje se muestra como visitan una escuela de cocina que se ha construido en medio del desierto, en una zona de las más pobres cercanas a Lima, donde dan oportunidad de formarse a chicos sin recursos. Un verdadero oasis en el desierto.
Allí, Adrià les pregunta a un grupo cuál es la mejor patata para un puré, cuando todos contestan lo mismo él responde: ¿estáis todos de acuerdo? Al confirmar que es así comenta: pues mal asunto, porque si todos estáis de acuerdo nadie intentará buscar una que sea aún mejor.
Y ese es el espíritu de los grandes, la mejora continua, por eso son los mejores en lo suyo. Los japoneses tienen una palabra para expresar esta actitud: Kayzen.
Yo pienso que es una especie de círculo y que quizás lo que cuesta es entrar pero una vez encuentras algo que te apasiona, entonces lo que quieres es dedicar más y más tiempo a ello y mejorar, y cuando consigues un avance entonces te motiva aún más y tu pasión crece. Y entras en esa rueda de Pasión – Acción – Mejora que es sin duda el camino hacia la excelencia.
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