Todos los días mi primera tarea de la mañana consiste en dar un paseo con Ringo; en realidad lo de Ringo es una excusa porque a estas alturas ya no se quien disfruta más de esos momentos, si él o yo. Busco caminos de tierra solitarios, cerca de casa, sin reloj, sin móvil, sin hora fija para volver … un verdadero lujo slow. Ringo hace sus cositas, corre, huele todo lo que se pone a su alcance, ladra a las vacas y ovejas y persigue cabras montesas. Yo camino, observo, escucho, huelo, … y entre lo uno y lo otro, y en función de la estación en la que estemos, cojo flores, encuentro algún fósil, como moras, hago fotos, o simplemente disfruto de pasear.
El otro día leía que los momentos de calma mental facilitan la inspiración, y no se si será eso, el contacto directo con la naturaleza, la soledad o todo el conjunto, pero es durante esos paseos cuando se me ocurren la mayor parte de mis ideas: nuevos temas para el blog, nuevos artículos para la tienda, diseños, como solucionar algún problemilla pendiente, etc …
Como siempre hago los mismos recorridos (tengo 3 rutas favoritas que suelo repetir) veo los cambios que van experimentando con las estaciones y debo decir que cada estación tiene su atractivo y no podría quedarme sólo con una. Sin duda, lo que más me gusta del otoño es que casi todos los días veo salir el sol y la luz que se proyecta a esas horas es maravillosa, los colores son muy intensos y las fotos salen genial. Otra cosa bonita es que a esas horas el sol y la luna coinciden durante un rato y los puedes observar a los dos en el cielo.
Así que lo que empezó como una obligación adquirida el día que adoptamos a Ringo como mascota predilecta, se ha convertido en un ritual que me ayuda a empezar el día llena de energía. De hecho, os confieso que estoy un poco enganchada y este es uno principales motivos por los que creo que ya no podría vivir en una ciudad. Y a vosotros slowers, ¿qué os llena de energía?
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