Bueno, ya vuelvo a estar por aquí! Con fuerzas renovadas y muchas cosas que contar. Para empezar hoy he pensado que os voy a explicar una paranoia que me entró a principios de verano. Como os expliqué, este verano expuse en dos ferias internacionales la colección primavera-verano 2014 de Slowers, y la cuestión es que me dio por pensar que alguien iba a copiar mis diseños y mis estampados (ya veis lo orgullosa que estoy de ellos).
De repente empecé a imaginarme copias de mis queridas Slowers en los gigantes del fast fashion. Ya lo se, quizás fui un poco exagerada, pero ahí estaba yo admirando mi trabajo, viendo el esfuerzo realizado para sacar la colección y no podía dejar de pensar que ese que miraba tan detenidamente, o aquel que hacía una foto tenían alguna finalidad oculta más allá del simple deleite de contemplar mis alpargatas.
Una vez llegué a casa y revisando todo con más calma, me di cuenta de que en realidad puedes copiar un estampado o un diseño pero jamás puedes llegar a copiar la esencia de un objeto. Me refiero a que esa copia nunca tendrá el sabor del original, la pasión del momento en que se creó, la alegría al ver el prototipo, la ilusión de imaginarlo con su dueño final, … todas esas cosas que no se ven pero que yo pienso que quedan impregnadas en todo aquello creado con el corazón. A mí me gustan los objetos que tienen una historia detrás, saber que una persona un día los visualizó y decidió materializarlos, eligió la forma, la textura, el color y finalmente acabó convirtiéndose en ese objeto maravilloso que ahora está en mi vida, es como si un trocito de esa persona estuviera ahí. Así lo veo yo.
Yo nunca he sido demasiado marquista, así pensando en retrospectiva puedo recordar como un hecho puntual aquellos maravillosos años en los que moría por tener unos Levi’s 501 y unas Converse (consecuencias de ser adolescente a principios de los 90, qué le vamos a hacer), aparte de eso nunca he sido una gran apasionada de las marcas de moda.
Pero lo que no he sido (y puedo afirmarlo rotundamente) es compradora de copias de marcas, pues nunca he conseguido entender el placer de comprar algo copiado a sabiendas de que es copiado. Tras un paseo por cualquier ciudad me doy cuenta de que igual soy yo la excepción a la regla pues parece que el fenómeno “copia” triunfa bastante, pero en lo que respecta a mí, donde esté un buen original no hay copia que le pueda hacer sombra. Larga vida a lo original, genuino y auténtico!
Y para terminar, una frase que me gusta mucho y que tiene que ver con todo esto … pero aplicado a las personas …
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.