Hace tiempo que encuentro reportajes en revistas y periódicos sobre la vida en el campo, parece que está de moda. Todos ellos vienen acompañados de maravillosas fotos con neorrurales glamurosos recogiendo uvas, o haciendo queso, … todos con sus botas Hunter y rodeados de un halo de felicidad … No voy a decir que en los pueblos no podamos ser glamurosos (aunque la verdad, a ese nivel no se si llegamos), ni mucho menos que esa felicidad no exista, sin embargo sí creo que esas imágenes pueden llegar a confundir a todo aquel que cansado de la ciudad esté buscando la forma de encontrar su libertad.
Ya sabéis que yo defiendo la vida slow y que considero que slow y ciudad casan realmente mal, sin embargo pienso que hay cosas que todo aquel que se esté planteando este cambio (y que nunca antes en su vida haya experimentado en primera persona la vida en un pueblo) debería conocer. Hoy tocaré un tema fuerte, ineludible cuando se habla de un pueblo (o al menos de uno español): la falta de anonimato.
Las ciudades, cada vez más frías e impersonales, favorecen este anonimato, que supongo en ocasiones se agradece. En algunos casos la vida en un barrio de ciudad de los de toda la vida puede asimilarse de alguna forma al día a día de un pueblo: sales a la calle, la gente te saluda, te paras a hablar con uno sobre el fin de semana, con otro sobre el tiempo, el tercero te cuenta sus penas, el de más allá te pregunta por tu familia … en fin, hasta aquí todo normal y a mi parecer bastante agradable.
Sin embargo, hay un hecho que distingue a la gente de los pueblos y es la necesidad de tener una historia sobre cada uno de sus habitantes. Si no tienes una historia suficientemente interesante no te has de preocupar porque inmediatamente te la fabrican. El juego del teléfono estropeado al que jugábamos de niños (¿o era sólo un juego de pueblo que servía para entrenarnos? no se, no lo había pensado hasta ahora) se queda muy corto al lado de la realidad.
El lo se de primera mano, me lo ha dicho tal que es superamiga de pascual, y su hermano le ha comentado …. funciona la perfección, cadenas infinitas, bien conectadas, que dispersan la información de forma ágil, añadiendo en cada una de las etapas un poco de salsa de cosecha propia. He llegado a escuchar historias realmente esperpénticas que me desatan la risa con tan solo recordarlas. Lo siento pero no puedo revelarlas aquí, pues lo más curioso en estos casos es que habitualmente los protagonistas son los únicos del pueblo que no conocen esa vida oculta tan interesante de la que todo el mundo habla.
Aquí se demuestran dos hechos, que mucha gente tiene en su interior un novelista escondido y que en el boca a boca lo que más triunfa es el culebrón. Así que si te vas a vivir a un pueblo donde no te conocen, ten claro que vas a ser el protagonista de una de estas historias, puedes dejar que la gente desarrolle su imaginación e inventen un motivo oculto por el que has llegado allí, seguro que disfrutas mucho (quizás te enteras de que eres traficante de droga, o pintor o … te aseguro que te sorprenderías). O puedes optar por llegar con tu historia bien preparada y dispuesto a impresionar incluso a los más noveleros, no hace falta mentir, con cuatro verdades y un poco de aderezo todos tenemos una historia interesante que contar. La elección os la dejo a vosotros.
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