Hace algún tiempo que me dedico a observar detenidamente todo el tema de las redes sociales y estas vidas virtuales que nos estamos creando, ¿cuánta verdad hay? ¿y cuánta mentira? Es curioso observar el poder desinhibidor que tiene este gran mundo internetil, donde miles de besitos y corazoncitos viajan sin parar por la red hacia teléfonos y ordenadores de todo el mundo.
Reconócelo, tú también te has sorprendido poniendo caritas que envían besos de corazón a personas y grupos de whatsapp con los que te costaría hacerlo en vivo y en directo.
Es curioso … y no hablemos ya de Facebook e Instagram donde millones de estampas de felicidad son plasmadas cada minuto.
Me pregunto qué problema veo en todas estas muestras de amor y felicidad, qué me hace dudar de ellas.
Y es que si en realidad somos tan felices como mostramos en las redes sociales ¿por qué no se traduce a la vida real, a la del cara a cara? ¿por qué luego (cuando no hay cámaras a las vista) veo tantas caras enfadadas, y tristes, y serias y …? ¿qué está pasando?
Pues lo que yo pienso es que nos estamos dedicando cada vez más a vivir de cara a los demás y se nos olvida que lo importante es disfrutar de lo que hacemos en ese momento, no la foto que verán los demás. No son nuestros “amigos” virtuales lo que han de valorar si lo estamos pasando bien, somos nosotros.
Y llegados a este punto no puedo evitar repetir el lema de Slowers: “Caminando a otro ritmo”. Sí, el tuyo, el que sólo tú debes elegir y juzgar.
Las redes sociales están potenciando una de las asignaturas pendientes de muchos, la de ser tú mismo, la de disfrutar de tu vida. Así que esta nueva forma de comunicarnos, en muchos casos ayuda a esconderse aún más detrás de un personaje creado a medida de los demás.
El sábado pasado, mientras disfrutaba de una cenita, entre bocado y bocado pude observar (ya te digo que este tema me tiene alerta) a la pareja de la mesa de al lado. En los intervalos en los que estuve atenta no les vi cruzar palabra, creo que no tenían tiempo, tan concentrados como estaban en hacer fotos de cada plato y de ellos mismos con sonrisas relucientes (que no volvían a mostrar hasta la siguiente foto) para subirlas a su muro. Repito el título del post: redes sociales, ¿verdad o mentira?
En realidad no dejo de preguntarme qué nos lleva a tener que mostrar cada cosa que hacemos, qué necesidad tenemos de que todos vean una instantánea de cada actividad (interesante) de nuestro día a día, y a la vez, qué necesidad tenemos de conocer y seguir la vida de los demás.
No dejo de pensar que mientras hacemos esa foto nos estamos perdiendo el momento … En fin, que este es uno de los temas que me dedico a observar y analizar últimamente.
En realidad lo vivo en primera persona desde que nació Slowers y empecé a exponerme a la vida virtual. ¿Quieres saber cómo lo llevo? Pues resulta que esto lo cuento en la newsletter, allí hablo en un tono más personal y doy otra visión. Pequeñas pildoritas que llegan puntuales cada viernes (sólo una vez por semana, nada de spam!). ¿Te interesa? Suscríbete aquí.
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