Hoy quiero presentaros a Ringo porque presiento que va a tener un papel protagonista en este blog. El verano pasado decidimos introducir un perro en nuestras vidas, y después de un cuidado proceso de selección llegó a casa Ringo, nuestro querido Schnauzer miniatura. Queríamos un perro de tamaño reducido con dos requisitos de gran importancia: que no soltara pelo y tampoco babas …y dimos con él.
Al principio pusimos unas normas estrictas: no se sube al sofá, no se entra a la habitación, incluso fuimos tan ilusos de pensar que su espacio se restringiría a la planta baja. Ay! Qué poco sabíamos nosotros de esos ojitos mirándote con cara de quiero estar a tu lado. La primera concesión fue dejarle subir al sofá cuando nosotros estuviéramos sentados, por eso de acariciarle un poco y de compartir calorcito en invierno.
De forma inevitable Ringo empezó a considerar al sofá como su lugar favorito. Eso sí, la cama seguía intocable! Eso faltaría! Pero todo llega queridos slowers, y os aseguro que el día en que descubres a tu perro durmiendo en tu cama y se te escapa una sonrisa…ese día pasa a ser el rey absoluto de la casa! Supongo que todos aquellos que tenéis animales ya sabéis de que hablo…
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