Hoy os cuento una anécdota muy slow que me ocurrió el pasado viernes mientras caminábamos. La verdad es que no recuerdo otra ocasión en que me haya reído tanto yo sola, así, en mitad del monte.
Esta es la situación: Ringo y yo por un camino, la típica valla de espino a un lado y un rebaño de ovejas a lo lejos, justo detrás de la valla.
Como ya me conozco a Ringo, y en estas situaciones suele ponerse a ladrar como un loco con la consiguiente espantada de ovejas, decidí atarlo.
A medida que nos vamos acercando las ovejas empiezan a girarse y a mirarnos fijamente, a continuación se acercan dos y de forma inmediata viene el resto del rebaño hacia la zona de la valla donde estamos nosotros, sin perdernos de vista en ningún momento.
Así que de repente me veo frente a un auditorio semicircular con un público de más de 100 ovejas que no nos pierden el punto. Les hubiera podido soltar el gran discurso y allí hubieran seguido ellas, hipnotizadas.
Tal fue la reacción que el pobre Ringo no soltó ni un ladrido, se colocó detrás de mí, y no había manera de moverlo del susto que tenía encima. A partir de ese momento cada paso que dábamos era seguido por nuestras fanes ovejiles.
Y a mí me dio por reír porque me pareció una situación de lo más divertida.
En fin, que ya de vuelta en el coche repasaba lo cómico de la situación y me dio por pensar que así debemos resultar las personas cuando seguimos a líderes, religiones, modas, grupos, etc con esa fe ciega que nos caracteriza en estos casos.
Lo típico, que uno dice que llevar camisetas con estrellas es lo más y allá vamos todos, formato oveja, con camisetas de estrellas. Por poner un ejemplo light, porque cuando entramos en temas de política y religión la cosa ya no hace tanta gracia…
Digo yo que de ahí vienen las típicas frases de “estar aborregados” o “seguir al rebaño” …
Ay! Qué gráfica resulta siempre la naturaleza! Me encanta!
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