Yo sigo con mis reflexiones sobre la vida y las personas. Y es que hoy, mientras paseaba, rodeada de naturaleza y de ese silencio matutino que tanto me inspira, observando a Ringo me he dado cuenta de que algunas veces llego a envidiar a esta pequeña criatura perruna. Y no es que quiera convertirme en perro, pero qué maravilla sería poder incorporar algunas de sus actitudes (esto ya me ha ocurrido en otras ocasiones, aquí echaba de menos la fuerza de sus sentidos).