Lo confirmo, me encantan los paseos matutinos de otoño. En realidad creo que el año pasado ya lo confirmé, pero bueno, me reitero en ello.
Me gusta porque hace frío pero no demasiado, y me encanta sentir el aire fresco en la cara. Me parece revitalizante, a veces me da por imaginar a las células de mi epidermis disfrutando y saltando de alegría (sí, lo se, suena surrealista, es que a esas horas suelo estar bastante inspirada…).
Me gusta la luz, con esos tonos cálidos, anaranjados. El sol tiene a esas horas la inclinación perfecta, es verdad que te da de lleno en los ojos, pero se ve todo tan bonito…