Yo sigo con mis reflexiones sobre la vida y las personas. Y es que hoy, mientras paseaba, rodeada de naturaleza y de ese silencio matutino que tanto me inspira, observando a Ringo me he dado cuenta de que algunas veces llego a envidiar a esta pequeña criatura perruna. Y no es que quiera convertirme en perro, pero qué maravilla sería poder incorporar algunas de sus actitudes (esto ya me ha ocurrido en otras ocasiones, aquí echaba de menos la fuerza de sus sentidos).
perro
PERRO POR UN DÍA
¿Quién no se ha planteado alguna vez la posibilidad de ser perro por un día? Pues imagino que muchos de vosotros, ya se que no es lo más habitual, pero desde que Ringo entró en casa me inquieta profundamente lo que debe pasar por ese pequeño cerebro del que dispone y a veces me planteo que sería interesante poder ponerme en su lugar, eso sí, sólo accedería a cambiarme por él, que se que es un perro feliz, y por un día, que supongo sería suficiente para conocer los intringulis de la vida perruna.
Sin duda se trata de una vida sin preocupaciones, cada mañana un paseo largo, a la vuelta un premio y de nuevo a dormir; por la tarde paseo, un poco de juego, cena y otra vez a dormir. Duerme una media de 16 horas al día, y tan a gustito, oye! Yo siempre digo que la decisión más importante del día consiste en encontrar el lugar idóneo para depositar sus cacas, y no veas qué decisión, es un momento crítico, aquí, no aquí no …un poco más a la derecha, adelante, encima de estas hojas … Todo un ritual.