Cuando hablamos de slow life hay un tema que no se puede eludir: el tiempo. Para mí no hay nada más grande que ser dueño de tu propio tiempo, creo que esa es la verdadera riqueza de la vida.
Y a la vez pienso, ¿cómo hemos podido llegar a asumir como “normal” que otras personas manejen nuestro tiempo? ¿que otras personas sean dueñas de una parte de nuestra vida?
Porque es así, desde el momento en que no puedes elegir libremente qué vas a hacer en la próxima hora es que hay alguien o algo que manda sobre ti. Así de crudo.
Yo, sinceramente, no creo en un sistema en el que todos tardamos 8 horas exactas en hacer nuestro trabajo, un mundo en que todos tenemos nuestra máxima creatividad de 8 de la mañana a 6 de la tarde, un mundo en que a todos nos apetece comer a las 2 y tener 15 días de vacaciones en agosto.