Hace unos meses cayó en nuestras manos una revista de la que ahora en casa somos fans absolutos. Estoy hablando de Yorokobu, cuyo blog recomiendo también a todos los que aún no lo conozcan. Su lema es “Take a walk on the slow side”, ahora entendéis más por qué me gusta, ¿no? Bueno, la cuestión es que en ese número había un artículo del cual se me quedó grabada una frase que decía aproximadamente así:
“Viajamos a la estación de consumo pero Felicity no estaba esperando”.
Creo que esta simple frase resume uno de los grandes problemas que tiene hoy en día nuestra sociedad, la fiebre de consumo. Nos han hecho creer que si no tenemos un supercoche no podemos ser felices, si tu look no encaja con el escaparate de Zara…buf, estás acabado, si el último iphone aún no está en nuestro bolsillo…no estamos a la moda, etc, etc.
Pero ¿qué pasa cuando después de mucho esfuerzo consigues toda esa batería de ansiadas cosas? Pues que siempre habrá otra persona que tendrá un coche que ahora te gusta aún más, que Zara se encargará de que esos pantalones verdes que eran lo último pasen a ser lo peor y que Apple en unos meses sacará otro modelo con una pequeñísima variación pero que dejará el tuyo completamente obsoleto, pues de eso viven estas grandes marcas. Y de nuevo se iniciará esa rueda de insatisfacción hasta conseguir el siguiente objeto de consumo deseado.
Y en caso de que seas de esos extraños especímenes hoy en día que no sigue las modas y está feliz con su móvil de botones…pues lo tienes mal, pues ya se encargarán los ingenieros de estas grandes marcas de diseñar una pieza con vida limitada que haga que ese gadget o electrodoméstico tenga una vida corta y te obligue a entrar en la rueda del consumo nuevamente (otro día ya hablaremos con más calma de la obsolescencia programada).
Lo más curioso es que este fenómeno que ha calado tan hondo en nuestra sociedad ha sido ideado por pensadores que vendieron la idea de que lo que le interesaba a este planeta era el crecimiento continuo, así las empresas venderían mucho, por lo tanto tendrían que producir mucho, necesitarían mucha mano de obra y así todos contentos.
Sin embargo esos grandes pensadores y todos los que aún a estas alturas defienden esas ideas, se olvidaron de un pequeño detalle, si seguimos consumiendo recursos a este ritmo, se nos van a acabar. Si seguimos generando residuos a este ritmo, gran parte de nuestro planeta se convertirá en un vertedero. Y si seguimos abusando de la mano de obra en países en desarrollo como lo estamos haciendo, vamos a acabar con la dignidad humana.
¿Es este el modelo que queremos? ¿Se pueden hacer las cosas de otra forma?
Yo respondo NO a la primera y SI a la segunda, ¿y vosotros, slowers?
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