“Una vida rápida es una vida superficial, de ahí que la lentitud no tenga nada que ver con la ineficacia, sino con el equilibrio” Carl Honoré
¿Por qué una vida slow?
He querido empezar con esta cita porque se contrapone a la creencia general de que más rápido es mejor. Está bien visto el hecho de estar siempre ocupado y trabajar un montón. Como sociedad nos hemos obsesionado con la rapidez y con hacer más en menos tiempo. Ahora la pregunta es ¿Más es siempre mejor?
Si miras hacia fuera es muy fácil perderte con las exigencias de los tiempos que vivimos, hay un montón de deseos y de moldes en los que parece que si encajas eres mejor.
Para conseguir esa vida instagrameable es necesario tener muchas cosas, llenar tu tiempo de actividades, trabajar mucho y vivir con prisa.
Si cierras los ojos y respiras durante un rato te das cuenta de que no necesitas mucho, parar y bajar el ritmo nos tiene reservado siempre un regalo: el presente. Aquí y ahora no necesitas correr tanto, hacer tanto, ni tener tanto.
Como especie hemos pasado de entender el tiempo como algo integrado en la naturaleza y sus ciclos, a verlo únicamente como una unidad de medida que podemos controlar a través de la esfera de un reloj o la pantalla de un móvil. Hemos entrado en una especie de carrera hacia la productividad que hace que lo más escaso en la vida sea el tiempo.
Vivir así empobrece nuestras experiencias vitales y deteriora nuestra salud. Además es que curiosamente, ya lo dijo Einstein, el tiempo es relativo. Paradójicamente, cuanta más prisa tienes, más percibes que se acelera. Y cuanto más estrés tienes más corta será tu vida.
¿En qué consiste el movimiento slow?
Como respuesta a esta forma de vivir a alta velocidad apareció el movimiento slow en la Italia de los años 80. Es una filosofía cuya principal intención es desacelerar todos los aspectos de la vida para vivir de forma más plena. No se trata de dejar de hacer o de dilapidar el mundo tal y como lo conocemos sino de ser capaces de desacelerar nuestras vidas para disfrutar del presente, para procesar las vivencias con la suficiente profundidad como para poder aprender de ellas.
Para no ir como pollo sin cabeza repitiendo una y otra vez los mismos errores sin darnos cuenta de lo que vamos destrozando a nuestro paso. Así están actuando hoy día muchos países y empresas obsesionados con el crecimiento rápido.
En general, las personas que se sienten atraídas por un estilo de vida slow buscan disfrutar más de su tiempo, trabajar en lo que les gusta, comprar y comer productos más naturales y respetuosos con el medio ambiente y que todo ello revierta en su bienestar.
El movimiento slow engloba otros como slow fashion, slow food, slow family, slow travel, empresas slow ( como Slowers 🙂 …todas ellas alternativas más conscientes, locales, naturales y saludables.
Más lentitud, más consciencia
Pero una vida slow no se diferencia por las formas o por ciertas características, sino por el estado interno de quién la vive. Vivir de forma lenta te lleva a ser consciente de por qué tomas las decisiones y acciones que tomas. Vives con mayor profundidad, cuestionas, valoras los recursos, y vas simplificando, separando lo superfluo de lo esencial. Sin estrés fluye la creatividad y la intuición, recursos que son fundamentales para una vida eficaz. Una vida así merece mucho más la pena.
Lo digo porque lo he experimentado, aunque aún a veces, entro en la carrera por la productividad y el rendimiento. Y por eso creo que lo importante no es dejar de perderse sino tener herramientas para volver a encontrar la vida slow. Para ello unos hábitos de vida que incluyan la reconexión ayudarán a mantener el ritmo pausado. Meditar, pasear, tomar un té en silencio o hacer yoga pueden ser algunos de esos hábitos. También realizar una tarea como puede ser hacer la cama lo más lento posible, es una experiencia de conciencia y reconexión brutal. Te invito a probarlo cada vez que te des cuenta que estás pisando a fondo el acelerador.
Y hasta aquí. Me encantaría que me dejes en los comentarios como vives la vida slow y como reconectas con ella cada vez que te pierdes en las prisas.
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