Hoy he visto amanecer de verdad. Me he despertado pronto y aunque era de noche he decidido salir a pasear con Ringo. Entre prepararme un zumo de naranja, coger el coche y llegar a una de nuestras zonas de paseo empezaba a clarear y he podido observar la salida del sol, debo decir que estaba precioso y que como me he olvidado la cámara no he podido inmortalizarlo, así que os tendréis que conformar con lo que os cuento.
Cuando he bajado del coche, mientras estaba mirando el cielo valorando si aún estaba demasiado oscuro para empezar a caminar he visto una estrella fugaz, sí, como os lo cuento, me ha pillado tan desprevenida que no he podido ni enviar un deseo (mecachis!, a partir de ahora cada día que salga así de pronto tendré uno preparado para lanzarlo, no se pueden desperdiciar estas ocasiones…).
Creo que no os había explicado aún que aquí en Morella (e imagino que en muchos otros lugares, pero como yo vivo aquí pues es lo que os puedo contar de primera mano) los amaneceres de invierno son de color de rosa, y no, no es que yo en esta época del año lo vea todo de este color, es que literalmente hay momentos del día en que salen unos tonos increíbles que a veces llegan hasta un fuxia intenso. Si durante el otoño, tal y como os mostré en este post, la luz de la mañana resalta más los ocres y marrones, ahora la sensación es mucho más fría (y no solo por la temperatura) y dominan los azules, morados y rosas.
En esta foto se percibe un poco lo que intento explicar pero el día que consiga hacer una bonita de verdad os prometo que os la enseño (siempre pasa lo mismo, cuando llevo cámara no están los colores y cuando están no llevo cámara … en fin). Hasta entonces, queridos slowers, os deseo bonitos amaneceres de color de rosa.
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